7 de julio de 2011

El gen ideológico de Piñera y Lavín contra la educación pública

por Jaime Retamal (El Mostrador)

¿Nada hay peor que estar atrapado por fantasmas propios, miedos propios o ilusiones propias? Pues sí. Estar atrapado por ideologías propias.

Las tenazas de la ideología forjada por Jaime Guzmán -y por todo el espectro del gremialismo- al fuego de los años 70 primero, y al sopor de los 80 después, tienen hoy por hoy a todo el sistema educativo en una especie de agobio claustrofóbico.

Pero, especialmente claustrofóbico y agobiado, al Ministro de Educación. Claustrofóbico de sus propias ideologías, por cierto.

El fundamentalismo ideológico del Ministro lo hace acusar de “ideologismo” a quienes están, que duda cabe, mucho más allá de las ideologías; es decir, a jóvenes post-dictadura y post-concertación, a jóvenes que miran con otros códigos el “negocio” de la educación chilena, y exigen justicia, igualdad y mejores garantías de una educación significativa y de calidad. A esos jóvenes, los acusa de “ideologismo”, de haber traspasado las fronteras de “lo técnico”.

Como si “lo técnico” y “lo real” del sistema educativo chileno no fueran producto de una serie de concatenaciones ideológicas, con enemigos ideológicos, pensadas ideológicamente y puestas en marcha, al amparo de la dictadura y el totalitarismo ideológico de Pinochet, desde el año 81 en adelante.

Contra el Marxismo

La revista Qué Pasa de diciembre del año 1973, dirigida a la sazón por Gonzalo Vial Correa, trae en su portada a los tres hombres del año: primero, a don Luis Álamos, que tiene a la selección nacional de fútbol lista y dispuesta para viajar al mundial de selecciones en Alemania, después de una serie de altibajos; segundo, al presbítero Raúl Hasbún, director de Canal 13, por rescatar a dicho canal del “control marxista”, convirtiéndolo en una “trinchera anti-UP”, y por ser un “juntista de tomo y lomo” al declarar asertivamente que “para mí, el gallo cantó, en Chile amaneció y las pesadillas de la noche se esfumaron”; y tercero, era que no, a Augusto Pinochet, “símbolo de la nueva presencia militar”;” “intelectual con varias obras publicadas”; “militar mil por ciento”; hombre de “actuar directo y franco”.

Pues bien, en esa –en apariencia- inocua revista, viene uno de los leitmotiv de toda la “revolución educativa”, especialmente del sistema universitario, llevada en adelante desde el año 81 por la dictadura y auspiciada por el gremialismo ideológico de Jaime Guzmán que atenaza hoy a Joaquín Lavín.

La editorial se pregunta “¿Qué falló?” en el proyecto de la Unidad Popular liderada por Salvador Allende. Falló -argumenta- catastróficamente el “marxismo”, el “marxismo chileno”, que en tres años despilfarró –entre otras cosas- la “penetración en la intelectualidad y en las Universidades” que ya llevaba produciendo desde hace medio siglo.

Ahí está, en ciernes, para decirlo suavemente, una de las claves de la intervención universitaria en Chile, vigente hasta hoy.

Es bueno recordarlo. Todo el ensamblaje de políticas públicas en educación tuvo como adversario político, el “totalitarismo marxista”, al que se le vinculó mágicamente con el llamado “estatismo”, y el “sovietismo”, y el “terrorismo” y el “ateísmo”. Contra toda esa mixtura imaginaria, se cohesionó y aglutinó toda una ideología ataviada de “libertad individual de elección”, de “libre mercado”, de “neoliberalismo” y de “conservadurismo moral”.

Para Jaime Guzmán, para toda su doctrina más ambiciosa y penetrante, ideológicamente hablando, la “revolución universitaria del 81” era clave en su lucha contra el “marxismo” que siempre fue concebido como una amenaza constante, larvada a veces, pero constante, que podía, por qué no, llevar a Chile de nuevo a la encrucijada de los 70.

El lobby político

En Mayo de 1986, Augusto Pinochet le encomendó a su Ministro del Interior, Ricardo García, una serie de “reuniones políticas” del más alto nivel, con las fuerzas políticas correctamente institucionalizadas en el país, es decir con la Unión Nacional y con la UDI.

Uno de los problemas más importantes que tenían preocupado a los medios oficialistas por aquel entonces era el llamado a Referéndum que un grupo de académicos de la Universidad de Chile había realizado para elegir a un nuevo rector, pero democráticamente.

Pues bien, el Ministro del Interior se reúne el 7 de Mayo con los líderes de la Unión Nacional, fundamentalmente con Andrés Allamand, quien planteó cuestiones más bien de orden político. Nada sobre la “coyuntura” universitaria.

El 15 de Mayo se reúne el Ministro del Interior García, con Jaime Guzmán. Líder de la Unión Demócrata Independiente. De lo que se habló, él mismo se encarga de dejarlo por escrito, en una columna de opinión de Mayo del 86 en la revista Ercilla, la que titula “La UDI y una agenda de trabajo”.

Dice que “por la naturaleza misma del encuentro, éste no apuntaba a la presentación de un petitorio a la autoridad, sino que la UDI planteara una agenda de temas de trabajo, cuyo análisis se profundice en reuniones futuras”.

¿Cuál es el tema nº1 en las preocupaciones de Jaime Guzmán? Ahí vemos, de nuevo su consideración estratégica en vista a una lectura y re-lectura constante del juego de acontecimientos en el devenir nacional.

Su primera preocupación para esta agenda de trabajo, que incluye reuniones futuras, es “la urgente implementación integral de una institucionalidad universitaria que incluya una efectiva gravitación de los académicos –debidamente jerarquizados- en el rumbo de nuestras universidades. Junto a ello, sugerimos que se refuerce el financiamiento estatal a la educación superior, pero favoreciendo su uso eficiente y que él se canalice hacia planteles privados existentes o que se creen, para mejorar la calidad académica de las universidades y dificultar su instrumentalización política”.

¿Fue solo Jaime Guzmán a esa reunión –lobby diríamos hoy- con el Ministro? Pues, claro que no. Fue con Pablo Longueira, Guillermo Elton, Javier Leturia y Luis Cordero.

Los atavismos mentales

La Universidad es uno de los temas centrales de la acción política de la élite gremialista de los 80. En sus revistas de divulgación política, fundamentalmente en la Revista Realidad; en sus intervenciones en prensa y columnas de opinión; en sus intervenciones públicas y en sus acciones e iniciativas prácticas, vemos que la estrategia de usar a la Universidad como instrumento de lucha ideológica y política está presente. Y Jaime Guzmán, el primero: el inspirador, el articulador, el fundamento –a estas alturas- mítico de esa lucha.

Ahora bien, a las reuniones con el Ministro del Interior, prontamente el 23 de Mayo del año 86, Pinochet responde a los políticos. Lo hace a través de una entrevista, y claro, la Universidad estará al centro de las preocupaciones del “presidente de Chile”.

Dada la lucha ideológica por el control y seguimiento de los cambios revolucionarios en educación superior, plasmado en innumerables acciones en los 80 ¿Qué es lo que puede hacer hoy Joaquín Lavín ante tanta evidencia histórica? ¿Alguien que es UDI “mil porciento”? ¿Cómo resuelve el Ministro sus atavismos ideológicos ochenteros? ¿Puede renunciar “al padre” y tirar todo al tacho del inconsciente?

¿Puede hoy el Ministro negar uno de los ejes fundantes del gremialismo, a saber, el eje cargado de ideología que encierra la “revolución universitaria del 81”?

Es bueno saberlo también. Tan preocupado estaba el gremialismo a comienzos del año 1980 de que los cambios educativos tuviesen una línea correcta -correcta en función de sus planteamientos ideológico-políticos-, que publican un extraordinario documento –que adjuntamos por su relevancia histórica- del economista formado en Harvard, especialista en economía de la educación, a la sazón flamante Gerente General del Banco de Talca, Sebastián Piñera.

Este “Paper Piñera” es sugerente e ilustrativo por donde se le mire.

El joven economista sugiere de entrada que su visión se enmarca “en el contexto de un Estado subsidiario, cuyo propósito no es el logro de estos objetivos (los educacionales) a través de la provisión directa por parte del Estado de todos los servicios educacionales, sino que a través de la acción conjunta del sector privado y del sector público”.

Y para que no queden dudas del gen ideológico al que pertenece, Piñera insiste en lo siguiente, al decir que “la participación del Estado en esta acción conjunta puede limitarse a la fijación de normas que regulen la acción del sector privado, puede incluir financiamiento con recursos públicos de la acción del sector privado…”

No quedan dudas de que el “Paper Piñera” debió de significar un aporte sustantivo (científico) a la transformación del modelo educacional que se llevó adelante desde los 80 bajo el paraguas ideológico del neoliberalismo.

¿A quién se le pregunta en el país de los 80, sino a un especialista en el tema, doctorado en economía de la educación (es decir en economía del capital humano) cuando lo que se trataba de imponer científicamente era una gran transformación, a escala nacional, del principal sistema de producción de recurso humano, el sistema educativo?

Una pregunta importante, hoy por hoy, es ¿por qué nuestro Presidente ha guardado tanto silencio si es un experto en el tema?

¿Qué decir? Tal vez es indudable. Estar atrapado por las propias ideologías es peor que estar atrapado de los propios miedos, fantasmas e ilusiones.

¿Sobre todo, si me toca gobernar con excelencia?

Quién sabe, tal vez es una pregunta sin respuesta.

Ante esto, no esta de más recordar que la revista Qué Pasa de diciembre del año 1973, también traía, a toda página, las predicciones para el año 1974 de la mentalista Yolanda Sultana Halabi Readi. Muy concentrada mirando las cartas predijo “se harán muchas reformas en los planes de educación durante este año 1974 por lo que los estudiantes pondrán un mayor interés en sus estudios”.

…¿y si le preguntamos a ella?







Extraido de El Mostrador

1 comentario:

  1. Jaime Guzmán está muerto, Pinochet está muerto. Su columna hace parecer como que pasamos directo de los años '80 al 2011, donde gobierna Piñera y "los hijos ideológicos" de la dictadura. Y los 20 años restantes? Y los 20 años donde la concertación tuvo mayoría en las cámaras en 2 ocasiones? Ellos no provienen de dicha ideología, que pasó entonces? Es fácil seguir culpando a la dictadura 30 años después. La verdad, es que los sucesores democráticos tampoco hicieron nada, y a Piñera le llegó una situación heredada, donde además, no tiene el discursillo de socialista de salón de sus predecesores

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