30 de agosto de 2012

NO a la Asamblea Constituyente

por Ricardo Candia Cares


Se esconde una trampa peligrosa levantar la consigna de una Nueva Constitución mediante una Asamblea Constituyente. Más aún, cuando algunos sujetos turbios, eternamente  peligrosos para los intereses de la gente, dicen que estarían de acuerdo en impulsar algo así.

No han hecho más que engordar durante estos veinte años, y abusar de la gente postergada y ahora les da una ataque de demócratas y esgrimen un cambio de Constitución mediante una Asamblea Constituyente. Esta extraña pirueta  debería generar comprensible y saludable temor entre quienes se interesan de verdad por cambios de fondo en el modelo de sociedad que propuso la dictadura y perfeccionó la Concertación.

Dese el año 2005, cuando aparecieron las primeras escaramuzas de los estudiantes versus los mandamases, muchas personas de buena fe han venido insistiendo en que para cambiar el rumbo que lleva nuestra sociedad es necesario cambiar la Constitución. Y este aserto, que encierra una verdad profunda, trae consigo un riesgo de incalculables  alcances: que el régimen y los oportunistas del sistema,  acepten ese cometido, y lo vuelvan a favor de sus intereses.

¿Se recuerda el año 2006 y el engaño formidable al movimiento de los secundarios? Opera la misma mecánica. Aceptar como propia la reivindicación, secuestrarla en breve y luego, mostrar el resultado contrario a lo pedido, como el logro de sus afanes y principios.

Para pocos es un misterio que hay una crisis que alcanza a los instituciones del Estado, y los partidos políticos. El sistema da muestras de un agotamiento que ya no resuelven los parches y medidas paliativas ni correctivas. De hecho, lo único que se  perfecciona en métodos y técnicas, es la represión desatada que se ejerce contra los sujetos más lúcidos de este tiempo: los estudiantes.

Se viene acumulando una presión tal, que nadie puede descartar un reventón mayor de no detener  a los desordenados y disconformes que se manifiestan dispuestos a seguir peleando, en un ejemplo de decoro sin par.

El régimen ha tomado nota del fenómeno. Las medidas que se implementan por medio de los Ministerios más activos en esto de acorralar a los estudiantes, Interior y Educación, deben conceder que hasta ahora no se la pueden.

Pero eso no es todo. Otras voces se levantan. Las regiones exigen lo suyo. Los mapuche no han dejado de pelear. Sectores de trabajadores de vez en cuando levantan sus puños. Se advierte una crisis en el sistema hospitalario. Y tarde o temprano reventará la situación de las pensiones de miseria en el sistema de AFP. Los desobedientes al parecer aumentan en número y calidad.

Queda entonces explorar alternativas que pongan a salvo el régimen, así que sea sacrificando un par de cosas que permitan bajar la presión y reinventar el modelo. Y qué mejor que acceder a la exigencia de muchos y cambiar la Constitución. Hoy, a pesar de la nostalgia, muchos, comienzan a allanarse al hecho evidente que la Constitución del 80 ya dejó de ser el instrumento precioso que fue en el principio de los tiempos.

Por más de treinta años ha sido el soporte ideológico que ha mantenido en pie al sistema. Pero ya no da para mucho más.

Por eso sus fervientes admiradores, Lagos, Walker y otros,  hoy se abren a la posibilidad de redactar una nueva. Para nada sano será tanto ataque democrático. Más bien quieren tomar las riendas de una crisis que los puede dejar relegados al rincón de los cacharros olvidados. 

Creer que el régimen es un atado de imbéciles, es peligroso. Creer que alguna vez piensan en el suicidio, es un error. Creer que es posible que desde el régimen pueda salir una iniciativa tan democrática como un Asamblea Constituyente que represente de verdad lo que el pueblo quiere, es de una ingenuidad alarmante.

Nada democrático puede salir de quienes por tantos años han ejercido el poder por los ilegítimos medios que ofrece el actual orden constitucional. Aceptar que quieran convocar al soberano para preguntarle qué país se quiere construir y cómo, es cometer el pecado de la estulticia suma.

Nunca se podrá cambiar la Constitución sin antes lograr grandes porciones de poder formal. Los estudiantes han legitimado la fuerza del pueblo como un motor de cambios, como una expresión de la política fuera de la forma que la ley impone. Los muchachos están haciendo política desde su propia organización, bajo sus propias leyes y decisiones. Y ese fenómeno no debe quedar como una novedad que se recuerde en el futuro sólo como algo peculiar.

Las movilizaciones deben superar el techo que impone el calendario escolar, la lucha por la educación pública y las marchas. Como nunca, se hace necesario que los estudiantes encabecen un proceso continuador de sus movilizaciones, pero que apunten al corazón del sistema, no sólo a sus extremidades.

El movimiento estudiantil debe transformarse en una fuerza tal que sea capaz de  disputar el poder donde éste nace: las elecciones. Si el movimiento estudiantil se  propusiera llevar sus propios candidatos a todo lo que se elija, las alarmas del sistema sonarían a funeral.

Un parlamento con muchos diputados y senadores elegidos por la irrupción fenomenal de los estudiantes, cambiaría la cara del país en breve. Y cambiaría las leyes y lo cambiaría todo. Un presidente nacido de esas luchas estaría llamado a encabezar un proceso que supere este tiempo gris y amargo.

Después, mucho después, se podría cambiar la Constitución con una alta probabilidad de que ahora sí podría ser de verdad democrática.

27 de agosto de 2012

La ley Hinzpeter y los tontos útiles

por Ismael Puga (El Mostrador)

La idea de que la protesta es una actividad dañina e inconducente tiene mucho arraigo en nuestro país. Cualquiera con el ingrato hábito de leer los comentarios de cualquier portal de noticias lo habrá notado. En ese contexto, la llamada ley Hinzpeter cuenta con un grado de rechazo que, si bien es muy importante, sigue sorprendiendo por lo relativamente escaso. En cualquier país con un mínimo de aprecio por su condición democrática, este proyecto debiera constituir un escándalo mayor. 
Bertolt Brecht expresó alguna vez que no hay peor idiota que el idiota político. A diferencia de otros, escribió el dramaturgo, el idiota político hincha el pecho y se enorgullece de su idiotez. Algo similar ocurre con quienes creen que criminalizar la protesta es algo que afectará solamente a quienes tienen esa extraña y molesta costumbre de salir a la calle a reclamar. Ellos en cambio, gente tranquila y de buenas maneras, podrán vivir por fin con la calma que merecen. Ya no verán, después de cenar, más escenas de enfrentamientos por la televisión.

Nada más lejos de la realidad.

La protesta, en un sistema político formalmente democrático como el nuestro, no tiene solamente efecto cuando se produce. La posibilidad cierta de la protesta, el hecho de que ésta se encuentre dentro de los márgenes de la acción política posible y legítima, es de por sí un elemento central para el control de la acción de los representantes, de “los políticos”, le gusta decir a algunos.

24 de agosto de 2012

Llego el momento de ser audaces frente a las carencias de tantas chilenas y chilenos

por Freddy Antilef

Hemos asistido en los últimos días a discusiones de fondo respecto a la problemática que afecta al país en temas tan sensibles para la población como es la salud, la educación y el empleo.

Pero lo más triste y dramático es que la discusión pareciera abstracta frente a la vida de las personas, en momento parecen discusiones de directorios de empresas y la verdad que estamos hablando de la mala calidad de vida de los sectores medios y bajos, con muy pocas opciones reales de lograr una vida mejor.

Primero hacer un análisis respecto al sistema democrático y creo que en ese punto el diagnostico es compartido mayoritariamente, nuestra democracia está llegando a un punto donde la discusión está cada vez mas lejos de la vida de los ciudadanos y eso en algún minuto nos va a generar dificultades graves.

Por otro lado dentro de este mismo punto, el Congreso Nacional debiera tener un rol más activo a la hora de pensar en el país que estamos construyendo, lo que uno esperaría es que el parlamento debiera ser el lugar donde se piense el Chile para los próximos 200 años, donde se discutiera la sociedad que queremos para nuestros hijos, el tipo de educación, el sistema de salud, los temas de empleo, los cambios urgentes que necesita la constitución, el sistema electoral, cada vez somos menos los que participamos en esta democracia y lo peor es que el desinterés va en aumento.

El país no soporta seguir bajo la mirada de dos bloques lo cual esta clarísimo que ya no son interprete de mayorías, si pensamos que sólo un porcentaje está inscrito para votar, pero un gran porcentaje sólo observa.

Necesitamos volver a pensar desde la política como elemento transformador y no desde la visión técnica.
Con la mirada actual muchas de las grandes medidas trasformadores del pasado jamás se hubieran llevado adelante.

Tenemos problemas absolutamente identificados en salud, educación y empleo.

En salud, tenemos graves problemas de especialistas y médicos en atención primaria y hospitales públicos, donde se atiende la mayoría de los chilenos, entonces una medida a estudiar por el parlamento y el gobierno es ver que las carreras universitarias vinculadas a las áreas de salud en las universidades estatales debieran ser gratuitas para los estudiantes a costo del estado en todas las ramas que generan déficit en los hospitales consultorios etc, pero cada egresado de estas universidades debe devolver al estado horas de trabajo determinadas en atención en el sistema público, con esta medida vamos a ir terminando con las listas de espera, la falta de especialistas en sector público, no basta plantear no se puede, cuando estamos hablando de un tema sensible para nuestro pueblo.

El tema del empleo y el sueldo mínimo, es otra problemática grave, que impide que familias enteras puedan aspirar a una vida más digna, más feliz, $191.000 como sueldo mínimo es inaceptable bajo cualquier punto de vista, aquí la medida debiera ser distinta, se entiende que hay empresas o micro empresas que no pueden cumplir en rango mayor, pero hay otras que absolutamente pueden pagar mucho más que esta cifra, entonces la discusión debiera ser en niveles, las empresas donde las ganancias son altas debiera correr el salario ético y creo que para empezar perfectamente puede ser de $250.000 y aquellas como las anteriores el estado a través de programas encabezados por el M. del trabajo y Sense nivelar a esta cifra.

No nos engañemos, hay empresas en sector Retail que están en condiciones de pagar este salario ético sin ninguna dificultad, pero como la discusión se da en forma global todos entran al mismo nivel en esta discusión y llego la hora de realizar estas transformaciones, no podemos seguir con una lógica económica a la hora de pensar en Chile y su pueblo, queremos avanzar, entonces avancemos todos, no sólo un sector que disfruta la vida a cabalidad, mientras la gran mayoría sólo sobrevive y no tiene derecho a aspirar a algo mejor.

Miremos el país que estamos construyendo, no podemos mantener tantas diferencias entre nosotros, porque además de ser inmorales, son aberrantes, hasta los arboles son distintos en las comunas, los parques y por qué??. Si Chile cuenta con los recursos necesarios para hacer de Chile un mejor lugar para vivir, pero todos.

22 de agosto de 2012

Radicalmente Perdidos #009: Ley de Pesca y las 7 familias dueñas del mar de Chile


por ConcretAccion

Un análisis de la actualidad política y un punto de vista del ciudadano común para enrostrar la realidad a cada instante.

Radicalmente Perdidos #009: 'Ley de Pesca y las 7 familias dueñas del mar de Chile'

Producido por Concretacción http://concretaccion.blogspot.com/





21 de agosto de 2012

12 de agosto de 2012

Te siguen cagando: Detente y crea

por krok

Muchas personas han de levantarse muy temprano para someterse a un traslado distante e incomodo hacia sus trabajos, han de cumplir sus horas de trabajo y el retorno lánguido a su residencia, luego estar con su familia – si es que queda tiempo para ello – y depositar cuerpo y mente a un esperado y reparador sueño. Esta rutina convertida en un estándar de la modernidad, en una especie de cárcel, de secuestro permanente con el único afán de transformar una remuneración en felicidad. Cabe la pregunta consecuente y limpia de cómo tratamos de relacionar un irritante ir y venir como entes productivos con los complementos necesario de la vida cotidiana, como conseguir una mezcla que nos permita ser plenos y dignos. Realmente es complicado y dificultoso. Un sistema que se plantea como función prioritaria el mantenerte desconforme, porque siempre habrá algo mejor que tu y lo que tú tienes, porque el vertiginoso acontecer económico amerita que los sucesos ocurran rápidos pues la felicidad esta a la vuelta de la esquina y debes correr y competir por ello, pega un golpe a tu principal competidor, burla, obstruye, esquiva y mira como la meta se te acerca, no te obnubiles cuando tengas el abnegado éxito en tu frente pues a última hora podrías perder. Pero no te preocupes, ya tendrás otra oportunidad. Porque como condición o regalo del sistema siempre tendrás una nueva opción, a pesar de que te hayan dado una pésima educación, un trabajo estresante, siempre podrás competir con tu desigualdad a cuestas, siempre podrás competir una y otra vez.

Qué espacio hay para detenerse y observar. Sí, detenerse. Que difícil resulta ello cuando el sistema te tiene en esta carrera de alta velocidad y un ritmo bucólico bien vendría para parar y pensar. Simplemente pensar en otros conceptos, en sueños no metálicos, en cualquiera idea abstracta, para simplemente despeinar la vida.

La institucionalidad y su violencia, mejor dicho su orden basado en la productividad, la que nos enseñaron necesaria para el progreso, una productividad al servicio de las empresas, una productividad que se disfraza de metas a fin de mes, un instrumento de desigualdad que nos exprime el tiempo y nos transforma en un mal soldado o en un títere sistémico. Por esto, vale la pena salir de la alienación de este sistema económico de mercado, aunque parezca simbólico y virtual, por no decir imposible, siempre existirá la manera, esta vez sí, con un grado de sacrificio y entrega de tiempo a pensar un nuevo orden, participar y reunirte con tu entorno, creer en procesos colectivos, nadar contra corriente, difícil, pero inspirador y confortable. Volver a creer en éxitos colectivos como meta.

El llamado final es de volver a creer, Chile ha cambiado en tan corto tiempo que esta oportunidad no debe resbalar de las manos, es necesario tomar, asegurar y proteger este logró. La negociación de unaobviamente insuficiente – reforma tributaria o un repudio al lucro en la educación o que existan demandas de educación gratuita, no se deben a la benevolencia del sistema político-económico, son éxitos de la ciudadanía. Existirán otros La Polar, jugarán con nuestro sistema de pensiones en la Bolsa – ruletade Comercio, con un binominal a cuestas, una clase político-empresarial en otra dirección, vendrán más burlas y abusos, pero mientras nos demos ese tiempo, ese sacrificio a participar y seguir pensando, se reforestarán las esperanzas con otros logros. Logros nuestros y no de ellos.

Escribe, crea, escucha, lee, retwitea, comenta, comparte, reúnete, movilízate y participa.
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