13 de diciembre de 2011

Natividad Llanquileo: “En universidades como la chile entran los que tienen plata”

por Sebastían Flores (Revista Bello Público)


Saltó a la fama el 2010 como vocera de los comuneros mapuche en huelga de hambre y desde entonces es un referente de la lucha de su pueblo. Tras la vorágine del año pasado, hoy está abocada en terminar su último año en la carrera de leyes, aunque continúa participando en el trabajo de difusión. Ferviente defensora de su comunidad, Llanquileo no tiene reparos en decir que estudia en una universidad privada porque ninguna otra le dio créditos ni becas y la Bolivariana era la más barata que había. En un rincón de su facultad, en el centro de Santiago, Natividad habló con nosotros. Ésta es la mirada de una mujer proveniente de un pueblo avasallado por el Estado de Chile.

La historia de Natividad (27) está llena de sacrificios. Penúltima de siete hermanos, a los 19 años llegó a Santiago desde la región del Bío-Bío en busca de oportunidades. “Venía a cambiar el mundo”, recuerda. Pero llegó y encontró una ciudad donde no existía el concepto de comunidad que era tan propio de su natal Tirúa, Provincia de Arauco. Antes de estudiar Derecho en la Universidad Bolivariana, Natividad trabajó de empleada doméstica en La Reina, donde no lo pasó bien. Trabajaba puertas adentro, ganaba el mínimo, sus patrones la explotaban y no se sentía a gusto en aquel valiente nuevo mundo. “Yo venía del campo y veía a las niñas de 19 años. Estaban súper desarrolladas y yo era una niñita. Muchas veces lloraba, no era capaz de hablar, de defenderme”.

Cuando entró a la universidad continuó trabajando como nana y auxiliar en paralelo a sus estudios. Una vida ardua, lejos de sus tierras, pero que tuvo un giro el 2010. Ese año volvió al sur y se convirtió en la vocera de los presos políticos mapuche en huelga de hambre, quienes protestaban contra los más de 20 años de prisión que los condenaba la Ley Antiterrorista. Natividad fue el vínculo entre los presos y el gobierno, tribuna desde donde logró instalar el tema mapuche a nivel nacional e internacional, dando cuenta de las injusticias y abusos que ha tenido el Estado chileno con su pueblo. Y aunque la derogación de la ley no se consiguió y los presos siguen condenados, la lucha mapuche hoy es un asunto visible que nadie puede desconocer.

De eso ya ha pasado un año: cuando se volvió un rostro visible, cuando viajó a Europa a exponer las demandas de los comuneros ante organismos internacionales y cuando aparecía en los noticiarios casi todos los días. Este tiempo ha continuado en la labor de difusión, ya no desde Wallmapu, sino que articulando las comunidades mapuche en la capital, que son alrededor de la mitad de Chile. Se la pasa en foros, seminarios y entrevistas. Su principal objetivo es visibilizar el tema a gran escala. Sobre todo la principal demanda de su pueblo: la recuperación de los territorios usurpados por los privados y por el Estado chileno.

¿Cuáles son las cosas positivas que se pueden sacar tras la huelga de hambre de los comuneros?

Con la huelga de hambre del 2010 se logró visibilizar un tema que era desconocido para la ciudadanía chilena. Aún hay harta gente que poco sabe respecto a los pueblos originarios, a los cuales se les veía como algo folclórico. Ahora muchos pudieron darse cuenta de la situación que vivían los mapuches. Antes el mapuche era flojo, era borracho, era lo peor. Después pasa otro periodo en que es el terrorista y llegamos a ese límite donde ocurre la huelga de hambre. Allí la gente se empieza a involucrar un poco con lo que hay detrás de este tema. Llama mucho la atención cómo se aplica la Ley Antiterrorista en forma indiscriminada en los casos mapuche. Entendiendo además que muchas veces el Estado chileno dice hacia afuera que no hay terrorismo, entonces no se entiende por qué se aplica esta ley a nivel interno. Eso nos ayudó a que la gente se interiorizara en el tema y puediera entender lo que hay detrás de esto.

¿Hay alguna diferencia entre lo que hicieron los gobiernos de la Concertación y el gobierno actual en cuanto al trato con tu pueblo?

Claramente se sigue actuando de la misma forma. Cuando la Concertación llegó al poder, el pueblo mapuche tuvo mucha esperanza en que la situación podría cambiar, pero nos encontramos con una militarización dentro del territorio, donde aquel que se manifestaba en contra de las empresas usurpadoras se le aplicaba leyes especiales. Además hay crímenes de Estado, como las muertes de Matías Catrileo, de Alex Lemún y de Jaime Mendoza Collío que siguen impunes hasta hoy. O la situación de José Huenante, un detenido desaparecido mapuche. Hasta ahora, el actual gobierno continúa esa misma línea: una democracia disfrazada de dictadura.

A propósito de eso, tú como universitaria, ¿cómo viví lo que está pasando con el conflicto estudiantil?

Me gusta que esto pase porque la gente se está dando cuenta de muchas injusticias. Injusticias que para nosotros no son nada nuevo. Nosotros hacemos muchas movilizaciones, pero son invisibilizadas por los medios y no agrupamos la cantidad de personas que agrupa el movimiento estudiantil, que es un movimiento que trasciende a todos. En cambio el tema mapuche pareciera que nos interesa solamente a nosotros, y eso lo podemos ver cuando nos manifestamos. Hemos hecho un montón de movilizaciones: nos juntábamos, por ejemplo, todos los jueves en Alameda con Ahumada, pero nos aburrimos porque no estaba sirviendo mucho. Así que después buscamos otras formas de posicionar el tema.

LA VACA Y EL GUILLATÚN

Antes de que la Coordinadora Arauco-Malleco le pidiera convertirse en la vocera de los comuneros en huelga de hambre, Natividad estudiaba y trabajaba al mismo tiempo. Así pagaba su arancel universitario, con casi la totalidad de su sueldo. Pero este año, la U. Bolivariana le otorgó una beca y por ahora puede compatibilizar sus estudios con su labor de vocería. “A pesar de todo, a mí la U me ha ayudado harto. Yo venía con un nivel educacional bajísimo. Por eso estoy muy agradecida de esta universidad, porque me abrió las puertas, cosa que ninguna otra hizo”.

¿Y qué pensai de qué tenga que ser una privada la que te ayude y no una universidad pública?

Para mí es complejo, porque yo vengo de una educación básica y media gratuita, pero de muy mala calidad. Igual tuve profesores que se sacaron la cresta para que pudiera aprender, pero el nivel era bajo. O sea, imposible sacar un puntaje PSU para entrar a la Chile y estudiar Derecho. Imposible. Aparte yo estudiaba una carrera técnica en la media y ahí te decían que ibas a salir a la vida laboral y todo lindo. Pero sales y la realidad es otra, es difícil estudiar cuando no tienes ni los recursos ni las herramientas. Igual hay que entender que universidades como la mía son chicas y más baratas, pero lo bueno que tienen es que quienes llegan acá son las personas más pobres, y en universidades como la Chile entran los que tienen plata nomás.
Bueno, pero una de las demandas apunta justamente a que se abra el acceso y el financiamiento a los estudiantes de menores recursos, y que el Estado se haga cargo de permitir que estudien en establecimientos públicos de calidad.

Sí, es una buena medida, pero la situación hay que mejorarla desde la raíz. Porque tampoco podemos esperar todo del Estado, como la Iglesia espera que Dios modifique todo. También tenemos que poner de nuestra parte. Si ustedes no se movilizaran y esperaran que el Estado hiciera todo, lamentablemente no lograrían nada. Y qué bueno que no sea así, porque si no estaríamos acostumbrados a que todo nos llegara. Yo creo que debe estar ese concepto de ganarse las cosas, pero deben existir las herramientas para hacerlo. Pero esas herramientas hoy no existen. Por ejemplo, nosotros no pretendemos que el Estado nos solucione todo, sino que nos dejen tomar nuestras propias decisiones a nivel político, económico y cultural. No esperar a que el Estado nos compre una vaca para hacer el guillatún, por ejemplo. Pero que nos dejen hacer tranquilos el guillatún.

¿Qué opinai de la Federación Mapuche de Estudiantes, que ahora forma parte de la Confech?

Hay que ver qué es lo que realmente queremos: queremos la autonomía o queremos integrarnos al sistema que ya existe. Al parecer la Femae se quiere integrar, cuestión con la cual discrepo. Por ejemplo, cuando había movilizaciones por las huelgas de hambre, eran muy pocos los estudiantes que salían. Entonces, ¿de qué estamos hablando? ¿Cuándo nos conviene nos acordamos que somos mapuche? El objetivo del gobierno es integrarlos, desarraigarlos de sus comunidades y llevarlos al sistema. Por eso no me gusta cuando se confunden las cosas. O nos vemos como estudiantes o como mapuches, pero no nos escudemos en lo segundo, porque la principal demanda hoy es la recuperación de los territorios. Y si lo vemos en un concepto más religioso, hay que entender también qué significa ser mapuche. El mapuche es gente de la tierra, o sea que sin tierra no somos nada. Mucha de la gente que hoy está trabajando por nuestras demandas ha llegado a la universidad y ha obtenido herramientas, pero luego vuelve a la comunidad. Si está el concepto de volver, está bien. Si sólo está el concepto de integrarse, no. Sé que la Femae está trabajando el tema de la interculturalidad, pero insisto, es un arma de doble filo.

LA INDEPENDENCIA

En Bolivia hay un Estado plurinacional. ¿Crees que en Chile podría existir algo así?

Es que de nuevo hay que preguntarse qué es lo que queremos: si la autonomía o la integración. Nosotros queremos la autonomía, porque si el gobierno ya firmó el Convenio 169 no creo que sea tan difícil reconocer la integración del pueblo mapuche. De todas formas, al final no han respetado el tratado, pero a ellos les interesa mantenernos bajo control por la imagen internacional. El tema mapuche es muy conocido, especialmente a nivel europeo.

Entonces tú abogai por un Estado mapuche que tenga independencia total frente al Estado chileno.

Yo creo que podrían co-existir ambos. Claro, eso ya es un sueño, pues hay muchos intereses de por medio. Pero así debería ser, somos dos culturas que cumplen cada una con sus requisitos para ser distintas, que podrían incluso colaborarse entre ambas, como a veces lo hacen los países de Latinoamérica. Yo creo que es perfectamente posible, pero nos topamos con un Estado que resguarda los intereses económicos en pos de la vida individual y también colectiva. Eso es lo que queremos que cambie.

Extraido de Revista Bello Público 

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