He escuchado atentamente su discurso señor Premio Nobel de la Paz. Y sepa que la invitación la extendió nuestro presidente, por lo que su llegada a este país, donde queda mi hogar, no me parece confortable, sabemos - por que se han encargado de contarnos - que justo en este instante, usted juega con sus soldados a invadir un lejano pueblo, tal como lo ha hecho su nación durante muchas décadas con mentiras y engaños.
Si, inevitablemente Sr. Obama, llego al mismo país que se utilizó como conejillo de indias por parte de su Imperio, al mismo que inoculó su lacerante y espesa cicuta llamada neoliberalismo, hoy un lastre para muchos y una salvación para pocos.
Si, señor Emperador, fue precisamente aquí donde se pudo encontrar el terreno fértil para engendrar su modelo. Es también cierto que su invasión silenciosa y cultural la hizo en un momento frágil, donde el miedo acechaba y las circunstancias conseguían a un sumiso pueblo. También fue cierto que nos ayudo a instalar a un tirano senescal que por largos años nos procuró bloquear los sueños a costa de la muerte, transformando las esperanzas en consumo. No contento con ello, permítale contarle - que nos dimos cuenta - que cuando ya sus servicios no eran pertinentes, simplemente lo desecho pues el mundo ya era otro, y su estrategia había mejorado.
A esta altura señor emperador bailábamos la música elegida por su nación ya no con botas y fusiles, sino con aquellos renovados hombres cuya ideología desteñida llenó a un pueblo de expectativas y bríos de un cambio que terminó de improviso, colapsado por la cobardía de los mismos hombres.
Deberá señor Obama darle un poco de risa que los que en los 60’ le gritaban un “Go Home” ahora lo reciben con sus brazos abiertos, clamando por un espacio para que no los olvide y que sean considerados en vuestros designios. Si, ellos son los mismos, los mismos que administraron su modelo y al parecer lo han hecho bien, pues señor presidente usted no ha cesado de alabarlos.
Sepa señor presidente que por más que han intentado borrar la memoria de los pueblos y ahora por qué no decirlo, de un mundo globalizado, no estoy de acuerdo con sus medios y desconfío de la igualdad planteada en su trivial discurso. Sabemos que la regla del libre mercado es una regla solo interpuesta por su nación y reconocemos en usted al recaudador de impuestos enviado por el Sistema Monetario Internacional. Permítame decirle, mi impertinente visita, que la riqueza como nunca seguirá llamando más riqueza, que las naciones con materias primas seguirán siendo invadidas y que terminaremos a ese paso destruyendo el planeta que nos alimenta.
Los hombres y mujeres necesitamos un descanso, un nuevo orden y una revolución cultural, asunto que por supuesto no es parte de vuestro interés.
Obama Go Home.
Genial!
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