25 de septiembre de 2012

El robo del litio amerita un paro nacional

por Ricardo Candia Cares

Acudimos a una operación de despojo de una riqueza incalculable. Escudados en leyes permisivas, cuando no en atajos escandalosos, los poderosos de siempre se han quedado con el litio por tres chauchas y un diez.


Esta mecánica no es nueva. Se viene haciendo desde que la derecha se tomó el poder mediante los tanques del Ejército y los aviones de la FACH, que demolieron La Moneda, un martes a medio día.

Desde entonces, reiteradas veces se ha burlado el espíritu de la ley que nacionalizó el cobre y decidió que todos los recursos minerales eran del Estado. Para el efecto, se han dictado normas que permiten transgredir la voluntad soberana del pueblo, lo que ha terminado con grandes yacimiento de cobre en manos de empresas que dejan escorias, aguas pestilentes, sequía y mucha pobreza y muerte. Y se llevan el resto.

La falta de decoro de los presidentes de la Concertación no les permitió variar de rumbo. Obnubilados con el poder que ahora compartían con los magnates dignos de su reconocimiento, se dejaron secuestrar y a la postre, la comodidad de los salones y de sus nuevos amigos culminó haciéndolos muy parecidos, por lo menos, en ambición.

La mecánica que dispuso el sistema para regalar el litio, no es distinta a la que uso la ex presidenta Bachelet, para desgracia de Chile. Ya en su tiempo, se entregó la explotación de los hidrocarburos apelando a la misma mariguancia que hoy permite que se lleven el litio en una cifra ridícula, pagando al Estado porcentajes insignificantes. Si es que les da la gana.

Lo que pasa con el litio no es diferente a todo lo que ha venido pasando en este casi cuarto de siglo: inescrupulosos y cara duras han impuesto contra la inocencia manipulada de la gente una agenda de corsarios que les ha dado resultados.

Derechamente la culpa es de los que alimentaron a los cerdos que hoy arrasan con todo lo que sus mandíbulas insaciables pueden tragar. El peor engañado es el que disfruta que se lo afilen diciendo que después de todo, no es tan malo. Las Concertación, en la derecha arrasadora, no ve otra cosa que su imagen repetida, aunque con otros matices en un espejo que le devuelve una imagen soñada: la de los ganadores.

Después de todo, nada distinto se puede esperar de la derecha. Ha sido y será la mejor especie de una rapiña devoradora de cuando se puede comprar en un peso y vender en un peso diez. Políticos incluidos.

Esta derecha que hoy se lleva para la casa el litio, fue la misma que conspiró contra Salvador Allende. La misma responsable directa en la represión que costó la vida y el sufrimiento de centenares de miles, la misma que ha privatizado para sus propios intereses, la educación, el agua, los hospitales, las calles y los goles del fútbol. Pero no lo ha hecho sola.

Para el efecto de llenar sus enfermizas faltriqueras necesitó y sigue necesitando de un sistema político cuya descomposición aún no hace lo suyo en términos de degradación final, y que fue cooptado usando para el efecto todos los medios a su alcance. No por otra razón hoy es posible ver en los directorios de grandes empresas a ex guerrilleros de verbo encendido, ex revolucionarios que alguna vez desfilaron con parcas verde olivo dejando una estela con olor a pólvora, a ex dirigentes envalentonados y chascones capaces de tomarse el cielo por asalto, y una constelación de personajes del mundo de la política que han hecho de los últimos veinte los, los mejores de sus vidas.

El cogoteo contra el litio chileno no es distinto al que hace la misma clase de sujetos, vecinos de los mismos barrios y usuarios de los mismos balnearios, a los deudores del crédito CORFO,  de las tarjetas plásticas de pedir fiado, de los dividendos, del pago por escuelas mediocres, por carreras universitarias de dudosa calificación.

Tampoco es ajena a esta cultura del despojo, el robo que se hace a los más pobres por la vía de los intereses de las casas comerciales, del precio que tiene que pagar por los medicamentos que enferman, de las filas mortales en los hospitales, o las calles tétricas de desconsuelo, tráfico y delincuencia de los guetos productoras de delincuencia. Ni lo son los niños que a los diez años ya han cosido a tiros a otro de doce.

Resulta increíble que riquezas que podrían relevar del sufrimiento diario a millones sea regalado a sujetos que deberían estar presos, sino fusilados, hace ya mucho por cómplices, encubridores, cuando no de ejecutores directos de crímenes de lesa humanidad.

Fracciones minúsculas de aquello que se lleva la avaricia enferma de algunos, podría sacar del sufrimiento y la miseria a niños que si sobreviven, están condenados a una vida de sufrimientos, pobreza, marginación, droga  y muerte.

Esas riquezas regaladas a los amigotes y parientes de ministros y presidentes, podrían formar a los profesionales que se necesita para surgir como un país usuario de su propia inteligencia. Un país desarrollado, con un proyecto nacional que considere a la gente como sujetos y no como mera mano de obra barata y despreciable, que acepte la necesidad de un futuro distinto del que viene siendo,  que asegure a sus hijos una buena vida, se puede financiar con esta riqueza que ahora se regala, que se ha regalado siempre.

Veremos si los legisladores que tanto hablan son capaces de hacer algo más que posar para las cámaras. Veamos si son capaces de firmar un compromiso de revisar cada uno de los lanzazos, monras, cogoteos, mecheos, asaltos y violaciones cometidas por los delincuentes que ahora mandan, una vez que exista un gobierno decente. Como para tener una referencia, el último que se conoce, y quizás el único de la historia, lo dirigió un médico chicoco de lentes gruesos, que era tan estrafalario, como que fue capaz de cumplir su palabra.

Veamos si la dirigencia de la CUT, dizque nueva, es capaz de algo más que el silencio ante el escándalo del que somos testigos de privilegio. Un Paro Nacional de rabia profunda debería ser una respuesta mínima, una huelga que avise otra más y que por sobre todo, genere esperanzas.

Quizás sean de nuevo los estudiantes los que den las primeras señales. No sería nada de raro. Con las elecciones en el horizonte, ya se sabe que no se puede caminar y mascar chicle a la vez.

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