por Matías Cociña (Blog de la República)
Los 20 años de la Concertación en La Moneda (que fueron y se hicieron
largos!) dieron espacio y tiempo a la creación de un grupo social más o
menos cerrado, a cuyo cargo estuvo la administración del aparato
estatal, y dentro del cual hubo todo tipo de repartijas de pequeños y
medianos poderes. Una de las aristas de esta clausura de la clase
dirigente concertacionista que más acaparó las críticas de la prensa y
los dirigentes de derecha, fue la presencia de más o menos extensas
redes familiares en el aparato estatal (críticas, muchas veces,
independientes de los méritos profesionales de los involucrados). Aún no
se terminan de secar los ríos de tinta vertidos en torno al trabajo del hijo de Bachelet en el Ministerio de Relaciones exteriores, o los amargos comentarios a propósito del rol de Ricardo Lagos Weber como Director de Asuntos Económicos Multilaterales en la Direcon del mismo ministerio.
Llama la atención, entonces, que nuestra prensa y la clase política tomen con tanta naturalidad los datos aportados por el artículo de Cristián Bofill en Reportajes de La Tercera:
El poder femenino, en todo caso, ha crecido en el segundo piso desde el regreso, en marzo, de la primogénita del Presidente, Magdalena Piñera Morel, quien trabaja en forma muy cercana a su prima María Irene Chadwick, directora de programación del gobierno, y a la asesora de prensa del Mandatario, Carla Munizaga. En contrapartida, poco después de la reformulación ministerial, Ignacio Eyzaguirre dejó el puesto de jefe de gabinete de Piñera. Otro importante colaborador del Presidente que ha tenido menos visibilidad que antes en Palacio es Ignacio Rivadeneira, jefe de políticas públicas.
Así como lo lee: Piñera no sólo nombró a su primo Andrés Chadwick
Piñera como Ministro Secretario General de Gobierno –su vocero-, sino
que tiene a su hija y a su sobrina en las oficina del segundo piso. Son,
como dice Qué Pasa, sus “ángeles”.
Está bien, la lealtad es una variable relevante en política, pero ¿se compra usted el argumento que de todos los profesionales en Chile afines a las ideas de Piñera, y que están técnicamente preparados, la hija y la sobrina del Presidente son justo las mejor calificadas para el cargo? Porque de eso se trataba “el gobierno de los mejores”, ¿no?
¿Se imagina Ud. los titulares si Bachelet hubiese contratado a su hijo y sobrino en La Moneda, a su primo como vocero, a su hermana como Presidenta del Banco estatal, a su cuñado en el directorio de Hidroaysén… usted complete la lista. (ay, cómo nos hace falta la puesta en marcha de Poderopedia.org)
Al menos en esto tiene razón Piñera: en temas de nepotismo, este gobierno ha hecho más en un año y medio que la Concertación en veinte. Y a nadie en la prensa parece importarle. A Bofill, al menos, no se le mueve un pelo: lo encuentra de lo más natural. Debe ser que en las empresas chilenas, esas de donde viene la mayoría de los habitantes actuales de La Moneda, manejar los negocios dentro de la familia es práctica más vieja que el hilo negro. Es que nuestra elite económica es muy re chica (cosas de la desigualdad), y cuando de manejar el negocio se trata, la definición de quienes son “los mejores” comienza a parecerse mucho a esa cara en el espejo de la oficina del Presidente del Directorio… o, en este caso, del Presidente a secas.
Extraido de Blog de la República
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